Considerando el debate en torno a un concepto maximalista frente a uno más acotado o minimalista sobre la seguridad humana, el propósito de este proyecto estriba en desarrollar una reflexión sobre la relación simbiótica que debería existir entre seguridad y desarrollo. Considerando las especificidades de la sociedad mexicana, necesitada de seguridad pero que, igualmente, requiere de desarrollo, este proyecto está abocado a proponer una nueva metodología para analizar la seguridad internacional y nacional y a proponer medidas encaminadas a revertir las amenazas, los riesgos y las vulnerabilidades que comprometen la estabilidad y el progreso social. La pandemia generada por el SARSCoV2, agente causal del COVID-19 permite corroborar la importancia de trascender de una seguridad dura, abocada a aspectos tradicionales de la seguridad a una seguridad humanizada, democrática y multidimensional justamente al amparo de la reconciliación de la seguridad y del desarrollo.
En el imaginario común, las labores de inteligencia están rodeadas de un halo de misticismo y atractivo, producto del retrato que de ellas se hace en la literatura y la cinematografía. Sin embargo, la labor de inteligencia implica muchos esfuerzos, algunos de los cuales permanecen ajenos al conocimiento de los ciudadanos comunes. En las sociedades democráticas el secreto propio de la inteligencia no debe impedir la rendición de cuentas, además la complejidad que impera actualmente a nivel internacional ha hecho que los servicios de inteligencia no sean indispensables únicamente para los Estados y que sus ciclos ya no estén solamente delimitados a aspectos de seguridad. Para preservar la secrecía necesaria de las labores de inteligencia en una democracia, se requiere que en el imaginario colectivo esté enraizada la idea de ésta como un patrón aceptado dentro y fuera de las instancias gubernamentales, si esa idea primigenia no existe es necesario desarrollarla y la vía más orgánica para lograrlo es mediante una discusión pública. Esto es conocido como Cultura de Inteligencia: el conjunto de conocimientos que una sociedad debería tener sobre la necesidad, misión y funciones de un servicio de inteligencia, de manera que perciba como útiles y apropiadas las cuestiones relacionadas con su seguridad, su libertad y la defensa de sus intereses. El objetivo de este proyecto es contribuir a la consolidación de la Cultura de Inteligencia en México, impulsando una abierta interacción entre la comunidad de inteligencia gubernamental, la academia y las empresas, para generar dinámicas benéficas recíprocas.
La recesión económica internacional y la crisis sanitaria actual se reconocen como problemáticas de difícil solución, dado que los países más poderosos no logran coordinar políticas de reactivación económica y mitigación del contagio de la presente pandemia, y las llamadas economías emergentes carecen de las capacidades y la influencia necesarias para liderar iniciativas que den certidumbre a las relaciones económicas internacionales. El desempleo, la falta de créditos, las alteraciones en la oferta y demanda de bienes y servicios, y la pésima distribución del ingreso son sólo algunas de las aristas que inciden directamente en el bienestar de las sociedades del mundo y dan pie a riesgos y vulnerabilidades que podrían derivar, eventualmente, en el fortalecimiento de las amenazas a la seguridad de las naciones.
El concepto de Seguridad Humana establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, busca alcanzar un mundo libre de temor, de miseria y de falta de dignidad. En este sentido, no podemos aspirar a un mundo con estas características si la mitad de la población no goza de igualdad de oportunidades. El empoderamiento de la mujer debe ser considerado una condición básica para el desarrollo humano y el desarrollo sostenible, ya que su actividad incide directamente en áreas que van desde la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria, la educación, entre otras. Desde la década de los años 70 del siglo pasado, las Naciones Unidas han reconocido la importancia de la participación de las mujeres en todos los ámbitos públicos y privados. Más adelante, la Plataforma de Acción de Beijing de 1995 pugnó por incorporar la perspectiva de género en todas las instituciones y políticas públicas. A partir de estos mecanismos, han habido avances importantes en el desarrollo de instrumentos jurídicos internacionales encaminados a mejorar la condición de las mujeres, y si bien los Estados han hecho esfuerzos por coordinar sus políticas internas con la agenda internacional en la materia, aún falta mucho para llevarlo a la práctica y hacerlo efectivo. En la coyuntura actual, con el impacto de la pandemia por el COVID-19, la participación de las mujeres ha sido fundamental. Además de representar más del 70% del personal médico (entre médicos y enfermeras), en el ámbito privado, ellas se han visto obligadas a asumir mayores responsabilidades, impactando negativamente en lo que se conoce como la economía de los cuidados, al grado de que algunos especialistas temen un retroceso en los logros ya obtenidos. Este proyecto parte de la idea de que la igualdad de género es fundamental para el desarrollo humano, para la erradicación de la pobreza y de la violencia, y para garantizar la seguridad humana.
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